Relato: #OrigiReto2018 - Cuenta atrás. (Noviembre 1)

Su cuenta se eliminará el 26/11/2018.

Aquellas fueron las palabras que inauguraron mi mañana de trabajo. Se trataba del asunto del último correo entre la montonera de e-mails no leídos que debía atender sin falta. Me extrañó tanto encontrar un mensaje tan capcioso en el buzón de la empresa que, aún temiendo que se tratase de spam invasivo, abrí el contenido del e-mail.

Estimade amigue,

Su cuenta almenosestasvive@quenoespoco.com no se ha usado durante los últimos 30 años, 231 días, 6 horas y 43 minutos y se eliminará el día 26/11/2018, a las 00:00 GTM+1 (Europa central). Si desea mantener su cuenta, visite nuestra web www.almenosestasvive-quenoespoco.com para reactivarla. En caso contrario, puede ignorar este mensaje.

Disculpe las molestias. El equipo de quenoespoco.com.

Me quedé bloqueada durante unos segundos y luego, con desidia, susurré "enviar a la papelera" sobre la goma-espuma del micrófono. No ocurrió nada pero, por algún motivo que no me detuve a analizar, aquello no me pareció extraño. Pulsé el icono manualmente, empleando un ratón de PC que ni siquiera sabía que tenía. Toda la capacidad analítica de mi cerebro parecía estar centrada en una única cosa: preguntarse inútilmente qué mierda de dirección de e-mail era esa. Porque desde luego, no era la mía. Confundida, verifiqué que el nombre de la bandeja de entrada seguía siendo el mío y que el e-mail asociado el habitual: nmgonzalez.sainz@comodinasl.com. Me encogí de hombros y olvidé el tema en cuanto me sumergí en los más de cien e-mails que seguían al que acababa de eliminar. La vuelta de vacaciones siempre era tediosa.


No volví a recordar aquél mensaje de spam hasta un tiempo indefinido después, y fue sólo debido a otro extraño suceso que me tocó vivir. Estaba utilizando de nuevo el ordenador y sin previo aviso me saltó un extraño pop-up que mostraba una cuenta atrás, dentro de un círculo. «Quedan: 9 días, 13 horas, 7 minutos.» Un molesto pitido pip, pip, pip, indicaba los segundos que iban pasando mientras una aguja que daba vueltas a velocidad mareante giraba y giraba sobre los cambiantes números, que decrecían sin pausa.

Los números y el fondo parpadeaban una vez con cada pase de la aguja, coincidiendo con el pitido que marcaba un segundo menos para el final. ¡¿El final de qué, Dios mío?!, me pregunté. Por un instante pensé que se trataba de uno de esos sprints del mes nacional de la escritura en el que estaba participando. Pero no lo era, claro.

Un pequeño texto en forma de leyenda dentro del molesto banner giratorio me dio la pista que necesitaba para descartar esa teoría; pues rezaba: cuenta atrás para el estreno de Animales Fantásticos y dónde encontrarlos: los crímenes de Grindewald. Como si fuesen las condiciones capciosas de un contrato basura pensadas explícitamente para que nadie las leyese, unas letras diminutas formaban bajo el mensaje principal otra frase escrita en un tono gris casi invisible: Ni te molestes en comprar entradas, porque tú no podrás usarlas.

Contuve el aliento mientras en algún lugar cercano, aunque desconocido, comenzaba a sonar The Final Countdown de Europe. Entonces sentí que las siguientes palabras del extraño texto se estaban difuminando ante mis ojos. Terminé de leer a toda prisa.

Estarás muerta.


Me desperté jadeando. Me incorporé de inmediato, o tal vez ya me había incorporado antes de despertarme. Siendo sincera, no estoy segura. Enseguida sentí un pinchazo en la parte externa de mi pierna derecha, a la altura de la rodilla. Tomé una gran bocanada de aire intentando relajarme y abrí los ojos para descubrir que todo era oscuridad. Todo seguía siendo oscuridad. Y silencio. The Final Countdown de Europe no sonaba en ninguna parte más que en mi maltratado subconsciente. Tampoco el molesto pip, pip, pip, de ninguna ridícula cuenta atrás.

Cerré los ojos con fuerza, respirando agitadamente, mientras con las manos intentaba palpar a mi alrededor con la intención de ubicarme. Lo cierto es que tardé unos segundos en darme cuenta de que estaba en la cama. Mi cama, de hecho. Rodé con cuidado sobre mí misma hacia mi izquierda y alargué un brazo en la dirección que, sabía, encontraría la mesilla. Comprobé que efectivamente apoyado sobre ella descansaba el puño de mi bastón. Su suave y reconocible tacto terminó de situarme. Pulsé entonces el botón central del despertador y una voz metálica dijo claramente: Martes, seis de noviembre del dos mil dieciocho. Son las: veintitrés horas, veintiún minutos. Próxima alarma programada a las: siete horas, quince minutos, del Miércoles siete de Noviembre de dos mil dieciocho. ¿Desea modificar la alarma?

La conocida voz robótica consiguió relajarme. Susurré hacia el techo de mi habitación un claro «no deseo modificar la alarma» y me acomodé sobre la almohada, arrellanándome en el suave y cálido colchón de viscoelástica que apenas acababa de estrenar. Me concentré en las extrañas y claras imágenes que se esfumaban poco a poco de mis recuerdos mientras pasaba definitivamente de la fase REM a la vigilia total. El recuerdo de aquél sueño se desintegraba a toda prisa, pero yo intenté lo imposible. Lo agarré con todas mis fuerzas luchando por retenerlo en mi cada vez más despierta consciencia.

Solo cuando estuve segura de que podría recordar la pesadilla, —o sueño, pues no tenía claro cómo llamarlo— me relajé un poco. El aire de la habitación olía a viciado y recordé que el día anterior no había abierto la ventana porque había llovido. Los coches aún circulaban por la calle haciéndome llegar un sonido constante y relajante, similar al de las olas del mar, y los vecinos trasegaban en el piso de abajo gritando a los niños que era hora de acostarse. Sentía el ambiente electrificado y la presencia de una extraña ansia corrosiva y antinatural que me instaba a volver a sumergirme en esa pesadilla que vaticinaba mi muerte y que había sido todavía más extraña y angustiosa que de costumbre. La pesadilla en la que, por primera vez en mi vida, recordaba haber podido ver.

FIN

Este relato está enmarcado en el Reto de escritura de #OrigiReto2018 para el objetivo: 9 - Describe un despertar original. Sé que no es muy, muy, muy original que digamos, pero ha sido lo único que se me ocurrió. Además me hacía ilusión meter alguna minusvalía y por eso quería hacer alguna protagonista ciega y surgió para este relato.

Podéis consultar las bases y apuntaros a participar en esta entrada de mi blog o en el de Katty.

Podéis encontrar todos mis relatos para el #OrigiReto2018 en esta otra entrada.

¿Qué os ha parecido el relato? Espero que hayáis pasado un buen rato leyéndolo. ¡Pronto más relatos dentro del #OrigiReto2018! Mientras tanto, es vuestro turno de opinar en los comentarios. ¡Muchas gracias por leer!