Relato: #OrigiReto2018 - Fin de la cita. (Marzo 1)

—Hoy tenemos con nosotros a un invitado especial —narra una voz en off que surge del techo del plató, aunque todos saben que la posee el hombre sentado al fondo de la sala frente a un gran micrófono poco disimulado—. ¡El presidente del Estado Español entre las legislaturas X y XII!

El público prorrumpe en aplausos, aún sin entender muy bien a qué se refiere aquella presentación.

Corre el año 1975 y miles de familias cenan reunidas frente a sus modernos aparatos televisores. Al comenzar el programa nadie sabía que estaban a punto de presenciar un momento histórico sin precedentes pero ahora niños, ancianos y adultos de toda clase abren los ojos olvidando la comida, para no perderse detalle de lo que ocurre al otro lado de la pantalla.

El programa “Entrevistas por la Historia” se emite cada viernes en la Primera de Televisión Española. Su entradilla es una alegre sintonía de notas rasgadas de piano disonante. El ruido de la electricidad estática llena todos los salones de España. Y ahí está, en blanco y negro, sonriendo a la cámara, el periodista que aún no sabe que hará historia. Hoy Don Eusebio Lozano se va a convertir en el primer periodista de España en entrevistar a un presidente del gobierno en televisión. Don Eusebio, de hecho, casi no recuerda lo que significaba ser un presidente del gobierno.

—Muy buenos días, Señor Don Mariano Rajoy —suelta con jovialidad, y le tiende la mano a su invitado, mientras un primer cruce de miradas le revela a un hombre anciano que parece ir a romperse con un soplo de viento. Sus extrañas gafas cuadrangulares y su barba y bigotes blanquecinos desentonan con su rostro y su pelo completamente coloreado de marrón oscuro. Su andar es desgarbado y porta un traje oscuro, camisa blanca y corbata roja. El rojo no es un color que suela verse mucho en España durante esos años. A Eusebio le llama la atención—. ¿Puedo confiar en que el viaje no se le ha hecho muy largo?

Hay un tenso silencio mientras el desconocido anciano mira hacia todas partes, sin parecer comprender. El público está completamente callado tanto en el plató como en todos los salones de España.

—A decir verdad, no ha debido ser cosa mayor, puesto que no lo recuerdo —confiesa el hombrecillo, casi encogiéndose—. Habrá sido cosa menor.

La última frase se canjea unas sonrisas. La gente empieza a salir de su estupor y se centra en el intercambio de palabras. Ambos hombres toman asiento en dos sillones y Eusebio no pierde el tiempo para empezar a bombardear a su invitado con preguntas.

—Bien, damas y caballeros, comenzaremos esta entrevista con la pregunta obvia. Don Mariano, ¿qué opina usted de estos avances que nos permiten traer al plató a cualquier invitado, de cualquier tiempo?, ¿qué diría si le cuento que son gracias a una española?

—Muy interesante, sí señor. Los españoles hacen cosas que son muy españolas y mucho españolas.

Eusebio se mesa la barba, confundido, intentando entender la respuesta. Tal vez en el futuro la forma de hablar es un poco diferente. Pensará en ello cuando acabe el programa, viendo la retransmisión grabada, como suele gustarle hacer tras sus entrevistas.

—Señor Rajoy, ésta es una pregunta que hacemos a todos los personajes públicos que traemos del futuro, ¿cree usted que la vida ha cambiado mucho de nuestros tiempos a los suyos? ¿Podría comentarnos algo que crea que es radicalmente distinto?

—La política ha cambiado bastante, y es mejor, para todos. Cuanto peor se ponen las cosas, mejores son las soluciones, y muchos problemas en España derivaron en un beneficio político. El suyo. De España, quiero decir.

Pequeños aplausos siguen a esta respuesta, aunque también algunas sonrisas incrédulas, de los que no creen que un país como el que les ha tocado en suerte pueda mejorar. Otros no parecen haber entendido nada.

—Tenemos en plató algunos jóvenes nacidos durante la dictadura que no comprenden que un gobierno pueda ser elegido por su pueblo. ¿Qué les diría usted a estas personas? ¿Cómo les explicaría unas elecciones?

—Les diría que funcionan. A veces de algún modo extraño, pues yo he acabado ahí —se ríe solo de su propio chiste y el efecto en cadena es inmediato, pronto le acompaña media sala—. Hablando en serio, esto no es como el agua que cae del cielo sin que se sepa exactamente por qué. Es un proceso. Los vecinos eligen a sus políticos y después nosotros elegimos las leyes por ellos. Todos ganamos: nosotros queremos ser elegidos y los vecinos tienen un presidente, un alcalde, lo que sea, que les quita las responsabilidades políticas de sus hombros. Al que pueden culpar si algo sale mal.

—Pero, este alcalde, ¿qué gana a cambio?, es decir, a usted por ejemplo, ¿le compensa ser presidente?

—Claro que me compensa; un plato es un plato y un vaso es un vaso. Dicho de otra manera: me pagan muy bien y tengo muchas comodidades. Una cosa es ser solidario y otra es serlo a cambio de nada.

El entrevistador menea la cabeza como para espantar sus pesadillas. Mira sus notas como si además de las preguntas, en ellas pudiese encontrar las respuestas. Da la vuelta al papel. Después lo arruga.

—Hemos llegado al fin de nuestra cita. Debe saber, señor Rajoy, que no recordará nada de lo que ha ocurrido hoy aquí cuando regrese a su tiempo. Sin embargo, es posible alguna secuela. Que sueñe usted con ello, o recuerde de pronto alguna frase. No debe preocuparse por esto, ¿de acuerdo? Le aseguramos que es perfectamente normal. Buenas noches, señor Rajoy.

—De acuerdo. Lo veo razonable. Muchas noches y buenas gracias.

Rajoy abre los ojos y los cierra, parpadeando en ese suceder de expresiones propias de él que le hacen parecer un anciano desubicado en medio de un lugar desconocido.

—Joder, Mariano —se escucha de pronto, la voz de su mujer—, ¿cómo no me dijiste que habías sido entrevistado en Entrevistas por la Historia? ¿Te parece normal guardarte algo como eso?

Mariano parpadea de nuevo. Está en su habitación. Se deja caer, confuso, sobre una butaca mullida. Se tapa la cara con las manos.

—Sinceramente, Elvira, no sé qué es eso de lo que me hablas.

FIN

-->Este relato continúa (levemente) en Marzo #2: LogItemps.
Este relato está enmarcado en el Reto de escritura de #OrigiReto2018 para el objetivo: 18. Hazle un interrogatorio de 10 preguntas al personaje que quieras. Y, espero, también entra dentro de la categoría de humor para los objetivos anuales. (O también podría ser cifi). Espero que queden claras las referencias a las perlas de nuestro presidente ;-)

Podéis consultar las bases y apuntaros a participar en esta entrada de mi blog o en el de Katty.

Podéis encontrar todos mis relatos para el #OrigiReto2018 en esta otra entrada.

¿Qué os ha parecido el relato? Espero que hayáis pasado un buen rato leyéndolo. ¡Pronto más relatos dentro del #OrigiReto2018! Mientras tanto, es vuestro turno de opinar en los comentarios. ¡Muchas gracias por leer!