¿Que si recuerdo el día que me marché? Lo recuerdo como si hubiese sido ayer y al mismo tiempo, de forma tan confusa que podría tratarse de otra vida. Fue el mismo que soñé por primera vez con mi propia muerte, nueve horas antes de que Ramón —uno de nuestros internos más conflictivos— fuese devorado por las avispas carnívoras de Asia.
Hay momentos de neblina, que mi cerebro ha decidido omitir para ahorrarme los recuerdos, pero me contaron que fui de inmediato a internet, como una autómata, a comprar un billete de avión: solo ida. Tres días después de aquello y habiendo interpuesto más de mil kilómetros de distancia, todavía podía oler su sangre. Nunca había pensado que la sangre pudiese oler tanto... Ningún trabajo merece tener que vivir con estos recuerdos.
Salí corriendo del manicomio, sin mirar atrás. No hice maleta. No quería conservar conmigo nada que me recordase a aquella vida. Quería borrarla, hacer como si nunca hubiese existido. Sobra decir que no lo he conseguido.
Han pasado cinco años y todavía hay noches que escucho sus gritos, saliendo de la diminuta habitación con puerta imantada. Estridentes, agudos como chirridos robóticos sin vida, procedentes de otra dimensión.
Sucedió un martes de inicio de mes. Lo sé porque había cobrado. Estaba atardeciendo y el cielo era rojizo, como la sangre que minutos después empaparía las manos de mis compañeros, y uno de nuestros viejos colchones, escurriendo por el somier de la cama hasta filtrarse gota a gota hacia el suelo.
En cuanto comenzaron los chillidos me dirigí apresurada a su celda, mientras gritaba el nombre de Ana, para que viniese en caso de necesitar su ayuda. Yo iba armada con una jeringuilla de tranquilizante suave, esperando un ataque de los habituales: pesadilla mezclada con su esquizofrenia. Normalmente se calmaba en pocos minutos, y comenzaba en seguida a reconocer su entorno real, a separarlo de las visiones que le espantaban desde que terminase su condena en una de esas inhumanas cápsulas de inversión de recuerdos, que había hecho papilla su cerebro. Como tantos otros en los años veinte.
Pero en aquella ocasión no encontré lo habitual: lágrimas, sudor y miedo a algo que sólo estaba en su cabeza... Encontré la pesadilla que aún hoy me acompaña, la razón de mi inmediata dimisión irrevocable de las filas de enfermeras del manicomio In corpore sano.
Ramón era un interno joven, de pelo corto y rizado, rubio casi blanco, como el de un niño de pecho. Era un hombre fornido, de mirada esquiva y acusadora. Con la ropa blanca que les poníamos para dormir, a ratos parecía un ángel, a ratos un cadáver. En aquel momento...
Recuerdo su rostro. Estaba teñido de un color ceniza, ennegrecido. Sus ojos inyectados en sangre miraban sin ver y gotas de ese sudor frío con el olor acre que anuncia la muerte se agolpaban al rededor de sus labios agrietados. La boca, abierta en un chillido que pronto se quedó sin voz, estaba ya muerta por dentro cuando todavía respiraba.
El interno estaba retorciéndose en posturas imposibles con tanta fuerza que supe que sería imposible ajustarle las correas para evitar que se dislocase algún hueso en sus convulsiones. Pensé en agarrar su lengua temiendo que pudiese morderla y ahogarse con ella, pero no me dio tiempo a hacerlo.
Él chillaba:
—¡Sacádmelas! ¡¡SACÁDMELAS!!
Vi la transformación completa desde la puerta. Comenzaron a salir pústulas de pus por su rostro, granos del tamaño de garbanzos blandurrios. Crecieron como setas por toda su cara y por sus brazos, pies y manos, hasta deformar su cuerpo de tal modo que sus palabras dejaron de entenderse. Aunque no hacía falta mucho para saber lo que decía. Seguía repitiendo, entre chillidos agónicos, aquella única palabra: "sacádmelas".
Después, al inspeccionar el cadáver, encontraron aquellos granos infectos por todo su cuerpo, convertidos en los deformes agujeros cuyo significado sólo yo comprendo. Eran las bocas de los túneles que formaron las avispas para salir de su interior.
A día de hoy sigo soñando con aquel momento. Me despierto chillando y bañada en sudor. La solución que me ofrecen los diversos psiquiatras a los que he asistido desde entonces son pastillas, más pastillas. Pero yo no quiero olvidarlo. No quiero empezar a pensar que no fue real. Lo fue. Lo vi. Lo escuché. Vi su cadáver mientras lo desnudaban, cuando al llegar a ayudarme ya sólo encontraron un cuerpo vacío y una enfermera anclada en la entrada, agarrada al marco de la puerta como si fuese su único salva vidas... Los vi llegar como si perteneciesen otro mundo, como si fuesen fantasmas. Hoy sé que estaba en shock. Sólo así pude haber grabado en mi subconsciente el momento con tal detalle como para poder contar, a posteriori, el número de agujeros que Ramón tenía por todo su cuerpo. Ochenta y siete agujeros ennegrecidos, con la piel reventada como cuando clavas con fuerza un bolígrafo sobre un folio de papel... Como un queso gruyer. Un avispero viviente que dio su vida cuando sus hijas abandonaron el nido.
Cuando los psiquiatras me preguntan cómo "creo que" salieron del edificio tal cantidad de avispas sin que nadie las viese, nunca sé darles una respuesta. Eso les hace mirarme de soslayo, con esa condescendencia que yo tantas veces usé contra mis pacientes sin pensarlo demasiado. Como si los locos fuesen cáscaras vacías y sin vida, jarrones de plástico que no pudiesen romperse. Ahora yo soy el jarrón. Y estoy tan rota que creo que no podré volver a estar entera nunca más.
Ellos minimizan mis miedos, me recetan ansiolíticos que no me tomo y me aconsejan, ladeando la cabeza, lo mismo que habrían recetado los médicos de la famosa institución psiquiátrica In corpore sano en la que trabajé hasta vivir aquel infierno: unas vacaciones en alguna playa soleada del sur de España.
Estar rodeada veinticuatro horas al día de enfermos mentales puede hacer peligrar las mentes de sus cuidadores, me recuerdan, pero un par de días de sol curan, en su experta opinión, todos los espantos de nuestra profesión.
Pero yo sé que mis males no se curarán con eso. Yo sé que nunca me libraré de aquellas avispas que nadie encontró, que tal vez nadie encontrará nunca. Porque ahora soy yo quien las tiene dentro.
Creo que ha sido un poco desagradable, o al menos a mí me lo ha parecido, ya que tengo fobia a las avispas, pero espero que os haya parecido interesante.
Holaaaa Stiby!
ResponderEliminarPues fíjate que vuelvo a ser la primera que últimamente estaba muy agobia pero aquí estoy de vuelta!!!
Pues que no se te suba mucho eh XDXDDDD pero creo que es de los mejores relatitos que he leído tuyos !!!
A mi no me ha parecido desagradable porque estoy acostumbrada a este tipo de historia, recuerdas que leo a King xd. Que por cierto lo del tema de las pústulas me hizo acordarme a su manera de relatar y no sé porque, bueno si porque es parecido, a la peste!.
¿Pero tal vez me he liado yo pero no había que relacionar este con el anterior? ¿o es que al final no has conseguido encontrar una conexión?
Pues señorita stiby siga usted por esta linea que a mi me ha gustado pero, mucho, mucho, mucho!.
Buen relato
besitos.
Muy buenas, guapa. Me hizo muchísima ilusión que te haya gustado este relato ya que eres de las personas que más suele leer terror entre mis círculos. La verdad es que intenté salir bastante de mi zona de confort con este relato (vamos, que lo pasé mal) porque lo quise hacer íntegramente de miedo sin nada social ni de ciencia ficción o fantasía (fuera del pequeño guiño a la máquina que ha estropeado el cerebro del interno, que necesitaba para ganar un punto en el ranking).
EliminarYa sabes que no leí la peste, la verdad es que me he basado más en un miedo real que tengo (a las avispas) y en cosas que me darían asco y miedo a mí (que haya insectos dentro de mi cuerpo y que salgan por agujeros) ya que como digo no consumo mucho terror (menos de este estilo, algo más el psicológico) ni en libros ni en películas, porque lo paso muy mal.
La relación es como te decía, el protagonista del anterior relato es condenado a pasar años dentro de la máquina-para-revivir-recuerdos-desagradables y esto le ha frito el cerebro, por tanto ahora padece esquizofrenias y paranoias, es el interno de este relato, en el manicomio.
Me alegra mucho que te haya gustado tanto, de verdad, muchísimas gracias por leer y comentar, significa mucho para mí.
Un besazo.
Hola cielo!
EliminarPor eso te propuse lo del reto de hacer 4 de miedo seguidos pero bueno ...poco a poco a mi me encanta salir de mi zona de confort.
Si algún día te terminas la peste la comentamos.
Puffff que miedos tienes....no te cuento nada porque hay una cosa que a mi me traumatizo hace poco pero bueno tal vez algún día te lo cuente XD...no sé.
Siiii me gusto mucho....
A la espera del siguiente.
¡Me ha gustado! Dan mal rollito las avispas saliendo del cuerpo ><
ResponderEliminarPero admito que me he reído con lo de los garbanzos blandurrios xD (que luego en la relectura me ha dado toda la cosica)
¡Me alegra que te gustase! ¡La idea de las avispas fue de Katty, se la robé vilmente en una conversación de lluvia de ideas que tuvimos!, lo confieso :DD
EliminarJajaja, no pretendía que fuese gracioso, pero me alegra que te gustase su lectura :D Gracias por leer y comentar.
Buenas noches
ResponderEliminarPues me ha parecido un buen relato y bien relacionado con el anterior del mes. Aquí se ven las consecuencias de tecnologías que juegan con el cerebro de la gente, al menos al principio.
Muy bien logrado el ambiente y, aunque el relato es durillo, no te recreas en lo desagradable del ciclo de esos insectos que mencionas (que normalmente le hacen eso a las arañas y es el mismo ciclo vital de los icneumónidos).
Muy bien el final. Muy bueno, sobre todo por las implicaciones que tiene para la Humanidad o, al menos, para la gente de esa ciudad donde acaba.
Un saludo.
Juan.
Muy buenas Juan. Me alegra que te gustase el relato y también la relación con el mes anterior, puesto que me costó bastante saber cómo unirlos, aunque tenía las ideas básicas para relacionar los dos, no supe ver cómo podían estar relacionados hasta que los tuve completamente escritos. Entonces tuve que cambiar cosas de este porque, para empezar, la protagonista inicial era una mujer jajaja.
EliminarGracias por decirme que el ambiente estaba logrado, ya que no sabía muy bien cómo reflejar el manicomio, de hecho estuve intentando documentarme leyendo artículos en internet sobre manicomios en la antigüedad y la verdad es que daban mucho mal rollo, así que al final lo hice a mi manera.
¡No tenía ni idea de que las avispas hiciesen eso con las arañas! ¡Dios mío qué espanto! La verdad es que el tema avispas es una fobia que yo tengo y tras una conversación con Katty sobre los insectos y que ella me diese la idea de que saliesen del cuerpo de una interna, fue cuando decidí hacer este relato.
Me alegra que te gustase el final, quise dejarlo abierto a que pueda ser real, o una alucinación de la enfermera… cada cual puede pensar como más le gusta y eso me mola hacerlo de vez en cuando con mis relatos.
Gracias por el comentario y por los halagos.
Un abrazo.
Guau. No me esperaba que tomase este rumbo para nada.
ResponderEliminarDa muy mal rollo, desde luego. Desde mi punto de vista los insectos son uno de los temas más idóneos para las historias de miedo.
El final es genial, explica todo de una manera muy contundente.
También me ha gustado la alusión a la condescendencia con la que miramos a los pacientes con problemas psicológicos y la poca profesionalidad existente todavía en esos campos. Al menos mi manera de interpretarlo ha sido esa.
¡Hasta otra!
Muy buenas, bella. Me alegra que te haya sorprendido y también que haya conseguido dar mal rollo (la verdad es que cuando lo estaba escribiendo lo pasé mal y sólo le hice una relectura porque me daba cosica). A mi me dan muchísimo miedo las avispas, es algo irracional que no puedo evitar desde que siendo muy pequeña vi por error de unos amigos de mis padres que me estaban cuidando una película donde una casa quedaba rodeada de avispas habiendo una niña alérgica a ellas dentro.
EliminarCreo que es el peor recuerdo que tengo con respecto a la tele y uno de los motivos por lo que jamás veo una película de miedo si puedo evitarlo.
Me alegra que te gustase el final ya que quise hacerlo un poco ambiguo, como le decía a Juan, abierto a que pueda ser real, o una alucinación de la enfermera… cada cual puede pensar como más le gusta y eso me mola hacerlo de vez en cuando con mis relatos.
También es un detalle que me gusta el de la condescendencia que mencionas, y no sólo con los pacientes con temas psicológicos (aunque esto claramente denotaría una falta de profesionalidad tremenda por parte de los psicólogos que lo hagan), sino simplemente con gente de nuestra vida que nos habla de un tema que —a nuestro juicio— no conoce bien del todo. Solemos usar mucho esta mirada de “me importa una mierda” o “no tienes ni idea” y pienso que es muy triste.
¡Muchas gracias por leer y comentar!
Genial el relato, me encanta como lo enlazaste con el anterior :3 La verdad, me alegro mucho de que los consejillos te fueran de utilidad ^^ ybya mismo vas a tener también el objetivo *Ser de las sombras a este paso. La verdad, me esperaba el final, pero aún así es tan bueno que si no hubiera sido así, no me habría parecido bien! XD
ResponderEliminarPor mi parte, quizá m habría gustado más detallar un poco más la escena en la que se encuentra al paciente, aunque probablemente habría sido desagradable para la mayoría de lectoræs jajaja. Está muy leíble y no tan desagradable, no te preocupes xD buenn relato ;3 te añado los 10op al Ranking!!
.KATTY.
@MUSAJUE
Hola de nuevo :) Me alegra que te gustase cómo lo había enlazado. La verdad es que cuando empecé a escribirlo no sabía bien cómo hacerlo, principalmente porque el enfermo en la primera versión de este relato era una mujer. Pero luego como surgió la idea también comentando por el chat que pudiese ser que la máquina hubiese hecho al condenado tener visiones o esquizofrenia…, cambié el sexo del protagonista de este relato para poder enlazarlos así.
EliminarDe Ser de las sombras todavía me faltan 3, y para poker de ases el romance y la aventura. A ver si los voy haciendo poco a poco :) También tengo que ponerme las pilas a leer los relatos participantes del mes pasado, que se me acumula el trabajo.
Creo que el final es bastante obvio, pero no se me ocurría otra cosa y al final lo dejé así, porque me gustaba que pudiese interpretarse tanto como que la enfermera también estaba enferma como que el interno no era esquizofrénico en absoluto y todo era real. A gusto del consumidor.
Me alegra que no sea tan desagradable, tampoco quería hacer pasar tan mal rato, pero la verdad es que releyéndolo me dio mucha cosica. También supongo que mi fobia a las avispas no ayuda xd
Gracias por todo, guapa. Pronto leeré tus relatos!!
Madre del amor hermoso, del camino seco y de la hierba verde, Stiby! Que horror y qué genialidad a la vez :__________ Me ha dado bastante repelús leerlo, pero la verdad es que forma parte del viaje y es una pasada. No quiero pensar en el momento en el que las avispas le salgan a la pobre enfermera del cuerpo xD
ResponderEliminarFelicidades por tus puntotes <3
Muy buenas por aquí también. Jajaja me ha hecho mucha gracia cómo empiezas tu comentario. Quería que el relato diese mal rollo pero la verdad es que la idea de las avispas fue más de Katty que, hablando un día me dijo algo como "explota las cosas a las que tú misma tengas miedo". Y bueno... No entremos aa hablar del momento en que con unos 7 años vi una peli súper traumática de una plaga de avispas que me traumatizó para toda la vida... Pero te diré que aún hoy a veces salgo corriendo al ver uno de esos bichos xd
EliminarMejor no pensar en cosas angustiosas, sí, que ya suficiente tenemos con una enfermera y una escritora traumatizadas xDD
Muchísimas gracias por el comentario y los ánimos.
Buenísimo. Por algún motivo, me recuerda un poco a la atmósfera que recrea Clive Barker en algunos de sus relatos. El "gore" no sobra para nada, incluso se le podía haber dado más detalle jajaja.
ResponderEliminarSaludos.
Muy buenas de nuevo. Gracias por leer, me alegra que te gustase. La verdad es que no conozco a Clive Barker. Estoy estrenándome este año leyendo y escribiendo terror, así que todavía tengo muchas referencias que descubrir :D
EliminarLo cierto es que le tengo una fobia brutal a las avispas y abejas, así que escribir este relato fue complicadillo, pero al final me gustó mucho cómo había quedado, aunque no es de los que releería por razones obvias ;D
Gracias por comentar! Un saludo!
Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarPero creo que ha habido descripciones demasiado densas y elaboradas combinadas con narrativa demasiado rápida. Un cambio de ritmo que me ha chocado y a mitad del relato me provocaba scrollear hacia abajo. Menos mal que no lo he hecho, porque me ha encantado, pero el ritmo ha sido muy disperso, creo que cuidándolo un poco más podría quedar muy bien.
Desde mi humilde punto de vista.
Hola Pirra! Gracias por comentar.
EliminarLa verdad es que a veces el objetivo de hacer relatos de 1k palabras puede jugar en contra del propio relato y hacerme dar vueltas innecesarias. Me alegra que lo leyeses entero y que al final mereciese la pena.
Tal vez es un poco más confuso por estar narrado a dos tiempos, no estoy segura de que sea un formato que funcione en un relato tan corto así que puede que eso no ayude :)
En cualquier caso gracias por leer y comentar!
Edito: este no es el que está narrado a dos tiempos jajaja me lié con el segundo de abril, sorry.
EliminarEn ese caso tal vez sea que escribí de más y la historia daba para menos palabras.