La puerta se abrió a su espalda. Se giró para encontrar a Jonathan, su marido. Él no dijo nada. Sólo se quedó ahí parado unos instantes, y luego salió del cuarto, retrocediendo por donde había llegado.
Segundos después le vio por la ventana. El chico negro dejó de correr casi al instante e inclinó la cabeza ante él.
—Tú —dijo el mayor, con autoridad—. Ensíllame un caballo.
—Enseguida, señor —. Nueva inclinación de cabeza y el joven salió corriendo hacia los establos, olvidando por completo su anterior ocupación.
Aprovechando la ausencia del caballerizo, el señor de la casa se dirigió a su hijo, que le miraba, confuso, a punto de protestar porque había interrumpido su entretenimiento.
—Johnny, hijo —dijo mientras se acercaba a ponerle una mano en el hombro—. Ya eres muy mayor para jugar con ese chico.
El niño le miró sin comprender.
—Qué va, papá. ¡Si él tiene ocho! ¡Es más mayor que yo!
—Sí, pero él es un sirviente y tú eres mi hijo. No puedes jugar con los esclavos, tienes que juntarte con gente de tu clase. ¿Lo entiendes, verdad?
El chico le miró, muy serio.
—Sí, papá —contestó, sin dudarlo, como siempre hacía cuando su padre preguntaba ‘¿lo entiendes, verdad?’ Aunque casi nunca lo entendía.
Pasaron doce días hasta que la curiosidad le acabó venciendo, aunada con el aburrimiento. Sin Kvite no tenía a nadie con quien jugar a carreras. Ni a luchas. Ni a esconderse o a las cosquillas. Entró en la terraza al ver allí a su madre.
—Mamá… —dijo, mirando el suelo.
Ella dejó de regar las macetas.
—¿Qué pasa, grandullón?
—La gente de mi clase… ¿Son los que no son sirivientes?
Ella sonrió.
—Claro, hijo. Pero se dice sirvientes.
—¿Como Lucy?
La mujer arrugó la frente.
—¿Quién es Lucy?
—La que pone la comida —dijo, muy digno.
Ella rió.
—No, cielo. Lucy es sirviente. Todos en la casa lo son, salvo papá, tío Alfred, tú y yo.
El chico arrugó la frente, sin entender. ¿Y cuál era la diferencia entre ellos y Lucy o Kvite? No lograba encontrarla.
—¿Y cómo se sabe cuando alguien es siriviente, mamá?
Ella le cogió de la mano y se agachó a su lado.
—Porque es alguien a quien papá y yo hemos comprado. Como lo hemos comprado nosotros, es nuestro sirviente.
—¿Comprado? ¿Como el pan? —Dijo, confuso.
Ella asintió.
—Ah… —El chico sonrió—. ¿Y yo también puedo comprar sirivientes?
Ella rió.
—Claro, hijo. Si tienes dinero, puedes comprar lo que quieras.
El niño sonrió aún más.
—Y si compro sirivientes, ¿puedo hacer lo que yo quiera con ellos?
Ella asintió en silencio, extrañada ante aquellas preguntas.
—¿Cualquier cosa? —Insistió el chico.
Ella frunció el ceño.
—Supongo que sí, ¿por qué haces esas preguntas?
—Por nada mami, ahora sí lo entiendo —proclamó el jovencito, para después plantar un beso en su mejilla y salir corriendo a toda prisa.
Minutos después volvió a entrar acalorado por la puerta. Ella le miró extrañada cuando puso en su mano dos monedas de plata. Se las había dado su abuela en sus dos pasados cumpleaños.
—Con eso puedo comprar a Kvite, ¿No?
Ella abrió la boca y volvió a cerrarla.
—¿Kvite? —Susurró, casi sin voz.
—Jolines, mamá, no te enteras de nada. ¡Kvite! Mi amigo de los caballos.
—Sí… Supongo que sí, cielo, ¿pero para qué quieres comprar un caballerizo?
—Pues porque has dicho que si lo compro puedo hacer lo que quiera. Así que si hago que sea de mi clase y que deje de ser siriviente, puedo jugar con él a las carreras, ¿no? Es lo que dijo papá.
La mujer pestañeó dos veces. Cuando volvió a fijar la vista, su hijo había vuelto a salir corriendo, esta vez hacia los establos.
Veinte años después, el joven revolucionario Johnny Callaghan moriría de un disparo en la espalda a la tierna edad de veintiséis años, en un viejo establo derruido, dejando atrás una viuda negra y un hijo mulato. No muchos conocerían su nombre, pero sí su leyenda. Con ella nacería la esperanza. Y los esclavos negros del África aprenderían a escribir a escondidas la palabra Libertad. Y a soñar con ella.
Encontrar su significado sería, para la mayoría, algo mucho más difícil de lograr.
Muy tierno. Ojalá esta historia se hubiera repetido más veces a lo largo de la historia. La esclavitud es una mierda.
ResponderEliminarTienes toda la razón, y pensar que sigue habiendo tanta gente esclavizada, o países enteros explotados en beneficio de otros…pone los pelos de punta.
EliminarGran relato!!! Me ha encantado!! Aunque te reconozco que me ha puesto un poco triste.
ResponderEliminarEl punto de vista de los niños siempre tan puro… Ojalá todos entendiéramos el mundo de la misma forma que los niños.
Muchas gracias!! Me alegro que te gustase, es verdad que los niños en su inocencia a veces pueden ver muchas más cosas que los adultos, en algunas situaciones. Ojalá no olvidásemos esa visión del mundo al crecer. Creo que todos seríamos mejores personas.
Eliminar¿Por qué me da que aunque me dices que la inspiración te llegó en horas intempestivas, realmente te la trajiste del viaje para relatar algo así, tan propio y típico de la historia de aquel país? ;) Según iba leyendo, pensé que terminaría comprando la libertad para su amigo y en cierta forma, así lo hizo. Muy chulo :)
ResponderEliminarJajaja. Te da, simple y llanamente, porque es así.
EliminarLa hipocresía de aquellos lares me tenía fascinada. Diciéndose país abierto, país de inmigrantes, a los que les debían todo y bla, bla, bla, olvidaban mencionar a los nativos a los que habían masacrado y esclavizado al llegar. O el control excesivo y manipulación al que someten a todo el mundo en la actualidad.
Muchas gracias, me alegro que te gustase :)
Por desgracia ojalá estas cosas solo fueran parte de la ficción y los niños solo fueran niños en cualquier lugar del mundo … Muy buen relato :)
ResponderEliminarEs cierto, lo lees y te parece tan ficticio… y lo triste es que en realidad no lo es :(
EliminarMuchas gracias!
Por desgracia, esto parece ficticio o que pasó hace mucho tiempo, pero, sin embargo, se está dando ahora. Tal vez sea de diferente forma y no lo llamemos esclavitud, pero al final es lo mismo...
ResponderEliminarMuy buen relato :)
Justamente, es lo triste del asunto, que parece tan obsoleto cuando lo lees y sin embargo es muy real :(
EliminarHay vidas humanas que valen más que otras vidas humanas, tal vez como dices no sea esclavitud (aunque en algunos países sigue existiendo), pero al final, es lo mismo: clasificar a los seres humanos en categorías.
Muchísimas gracias por leer y por dejar un comentario. De verdad lo agradezco mucho. :) Me alegra que te haya parecido bueno.
¡Saludos!
Mary, me a gustado, ayer que leí el fragmento en FB me agrado la idea, aunque no sabía a donde iba
ResponderEliminarPero ahora... es una temática bastante cruel vista desde la ternura de los ojos de un niño. Como le explicas a un niño que no ha visto más que cosas buenas que tiene la vida, por muy pobre o rico que sea, si no comprende los significados que los adultos le damos a tantas cosas
puede que en muchos países no exista esta esclavitud, pero sigue estando presente de manera menos evidente :c lastima que muchos crecen para pensar como el papá del niño quería que pensara...
gracias por compartir tu cuento
me agrado a pesar de lo triste que es
Sí, este fue el relato que escribí bajo el tema "Libertad" para Relatea. La verdad es que se me hacía necesaria la visión de un niño para darle algo de luz a un tema que es muy difícil y muy cruel como dices. Los niños tienen la visión más bonita de la vida y reflejar desde su punto de vista cualquier tema cruel, lo dulcifica, pero a su vez, lo hace más difícil de soportar. Porque ves todas las cosas que pueden llegar a perderse.
EliminarEl problema es que no siempre vemos con los ojos de un niño. Y cuando nos rendimos a la crueldad del mundo, cuando lo miramos todo a través de la indiferencia que nos rodea, entonces es cuando el mundo pierde la esperanza de mejorar.
Esperemos que muchos niños sigan viendo el mundo igual cuando crezcan. Esperemos que algún día, el mundo sea realmente un sitio mejor donde vivir. Para todos.
Me alegra que te haya gustado. Era un cuento de esperanza, aunque fuese triste. Gracias por leer, de verdad :D
Qué relato más triste. Lo más tierno de todo es la inocencia del niño pequeño.
ResponderEliminarCuando leo relatos de este estilo, me cuesta creer que hubiera personas tan crueles como para maltratar a otros sólo por su color de piel.
(soy chica potterhead)
Este relato sí que tiene una historia y es que me inspiré tras volver de EEUU, donde me habían contado historias sobre los negros que eran sirvientes, y también acababa de leer un libro sobre el tema, y cuando plantearon el tema de "libertad" como tema de ese mes, enseguida se me ocurrió relacionarlo con la esclavitud. Lo cierto es que ojalá no hubiese personas así en la actualidad, pero creo que el tiempo verbal de tu frase está mal, porque por desgracia sigue habiendo muchísimo racismo, nacismo y discriminación y maltratos por el color de piel, el sexo, la religión y demás cuestiones.
Eliminar¡Gracias por comentar!
De hecho hay literalmente esclavitud en china, ya que se llevan a gente a las minas o a las fundiciones de cerámica y los tienen trabajando sin cobrar, sin poder regresar a sus casas, comiendo peor que mal y amontonados en barracones literalmente secuestrados. Puedes comprar niños y mujeres en Tailandia por dos duros y existen las redes de trata de mujeres aprovechando que son inmigrantes extranjeras o sin papeles, o secuestradas de otros países y traídas aquí para la explotación sexual en contra de su voluntad. Siento ponerme bajonera, pero le llamen como le llamen, eso es esclavitud, simple y llanamente.
EliminarY no digamos ya en África, donde por ejemplo en las minas de coltán actualmente, esclavizan a miles de personas pagándoles tal miseria que no les da ni para vivir, cuando por una milésima de gramos de coltán en un teléfono móvil, alguién en Europa, Asia o América está pagando una fortuna. Por supuesto de las violaciones mejor no hablemos, y de los niños que secuestran para darlos en adopción pagando una pasta en otros países. Parece de locos pero esto sigue pasando hoy en día :(
EliminarSimplemente perfecto. Conciso, corto, concreto, enternecedor y con toque histórico. Un niño con ideales, que desde el principio sacó sus propias conclusiones en lugar de seguir a ciegas los mandatos de otros. No aceptó la imposición de su padre y decidió por sí mismo lo que creía correcto y lo que no, y además de forma muy sensata y acertada. Gran persona. Me ha encantado, muy redondo, sin cabos sueltos, para ser tan corto se siente perfectamente ambientado, los personajes están claramente definidos, la presentación de Johnny es perfecta, ya que usas algo tan sencillo como la semilla y nacimiento del pensamiento que le hizo ser quien fue, y que a la vez desencadenó ese final. Dejo mi sello de aprobación por aquí xD <3
ResponderEliminarEste es uno de mis favoritos, junto con el de la Navidad, El bosque, la Guerra y el circo. Me encanta escribir desde la perspectiva de un niño, porque son muy inocentes pero al mismo tiempo no lo son tanto como nos pensamos, que muchas veces decimos cosas delante de los niños pensando que no se enteran, y se enteran mucho más de lo que creemos.
EliminarA parte, la opinión de los niños rara vez se tiene en cuenta, y eso es malísimo pues aunque parezca mentira, desde que aprenden a hablar, aprenden a crearse una opinión, y creo que es muy importante escuchar y valorar esas opiniones al igual que escuchamos y valoramos la de los adultos.
A mi me gustó mucho también este relato, y creo que llega a transmitir más que otros porque empleé mucho diálogo. Me di cuenta tarde que teniendo un límite de palabras, es más fácil transmitir reduciendo algunas descripciones en diálogos.
Muchísimas gracias por tus palabras, significa mucho para mi. Un besazo.
Totalmente de acuerdo, creo que se ningunea mucho a los niños y no debería ser así. Su opinión es importante y por supuesto que comprenden mucho mas de lo que queremos aceptar. Eso no significa que debamos consentirles ni malcriarlos, creo que la gente relaciona equivocadamente escuchar lo que los pequeños dicen con permitirles de más... pero bueno, tampoco vamos a entrar en debate xD
EliminarY de nada, ya sabes que es un placer.
Buenas noches
ResponderEliminarHago un parón y te hago un comentario a este relato que acabo de leer y que, como has dicho en Twitter, habría sido perfecto para la antología libertad.
Usar a un niño para dar una visión de algo tan sórdido es un recurso que suele funcionar bien y que aquí usas de una manera muy bonita y emotiva. Me ha gustado mucho como el protagonista usa las contradicciones de la esclavitud para rebelarse contra ella.
Solo un detalle. Se te ha colado una coma de más aquí: "No tenía edad suficiente para comprender que el joven negro, se estaba dejando atrapar."
Una pena que no hayas movido más este relato.
Un saludo.
Juan.
Muy buenas!
EliminarMe alegra que te parases a leer el relato en un hueco, ¡gracias!
La verdad es que me pilló desganada porque tenía que añadirle algunas palabras y lo fui dejando y al final no lo envié pero había sido la intención.
Me gusta mucho usar niños en los relatos, también usé alguno en el ori18 y 19, como dices, es un recurso que permite ser emotivo y tierno aunque hables de historias sórdidas o tristes.
Me alegra que te gustasen los reflejos de las contradicciones y cierto, la coma cruel. Por aquél entonces (2015!) no sabía que no se ponía jaja. La corregiré.
Sí es que en 2015 pues me seguían en twitter como 10 personas xD así que no tenía mucho sitio por donde moverlo. Ahora por suerte va mejor la cosa.
Un abrazo!