Relato: #OrigiReto2018 - Faisán de pobre y vino de barrica. (Octubre 1)

Chocar de jarras, risas estridentes de borrachos, olor a carne ya rancia tres semanas antes de guisada. La noche rodea tabernas y palacios, la oscuridad cubre las calles de Toledo. Ruidos nocturnos nacen y se propagan desde cada mugrienta esquina, hasta cada lujosa habitación. Prostitutas y barrenderos se confunden en la oscuridad, niños huérfanos rebuscan en las basuras y pobres vestidos con harapos salen al paso de cada Noble que se aventura a abandonar su casa, mendigando unas monedas que escasa vez obtienen.

Se huele el hambre y se palpa el descontento, susurrados en conversaciones tenues entre mirada y mirada de soslayo, siempre con miedo a las represalias. Y mientras, en la taberna, el sonido de las aves nocturnas —o borrachos— adereza las canciones del vivaracho trovador que nos ameniza la cena, burlándose de la monarquía con palabras escurridizas, como si los Reyes no supiésemos entenderlas. Sonrío de medio lado. Supongo que ambas partes sabemos que las ignoramos para no tener que ajusticiar a todo nuestro pueblo. ¿Quién pagaría entonces los diezmos?

Los primeros punteos de mi canción comienzan a sonar. "La escaramuza real", así la llaman los campesinos. Es un buen nombre, me confieso a mí misma, observando escéptica el sucedáneo de vino, de amargo y rancio hedor, que el tabernero ha tenido a bien servirnos junto a la cena.

—Todavía me incomoda la extrañeza de esta situación. La soledad —aclaro. Como respuesta, recibo una ceja alzada desde el otro lado de la mesa. Siento que me ruborizo—. Me explico: estar fuera, sin Guardia, ni Carabinas.

—Ni marido.

—Ni marido —repito, como si me hiciese falta para comprender que es cierto.

Ella alza su jarra para que las choquemos. Es su forma de mimetizarnos. De mimetizarme, entendámonos. Acepto la proposición y bebo un trago de mi amarga ración de vino de barrica, basto y pueril sustituto de las bebidas de verdad, al que supongo podría llegar a acostumbrarme. Con el tiempo. Hago un esfuerzo consciente por evitar la cara de asco. No lo consigo muy bien, a juzgar por la media sonrisa en el rostro de Jacinta. Abro la boca para defenderme, pero ataja mi queja antes de pronunciada:

—No me burlo de vos, Majestad —el propio título suena cómico, pero ni siquiera me turba su falta de respeto, es más, me causa gracia—. Tenéis que relajaros. Lleváis un cartel que reza "Reina Isabel I de Castilla" colgado de cada pliego de esos harapos prestados que vestís. Abrid las piernas, encorvad la espalda —susurra entre dientes, para que nadie más la oiga—. Masticad. Se os va a indigestar el faisán de pobre como no dejéis esos aires de Señora de bien fuera de las tabernas. Parece que tengáis un palo metido en el culo.

—¿Es menester ser tan ordinaria? —me quejo. Ella brinda al aire y me sonríe sin mostrar los dientes, ladeando la cabeza, como diciendo "obviamente". La felicidad brilla en sus ojillos de ratón. Los miro fascinada. Nunca vi rostro tan sincero como el suyo. Soy capaz de leer todos sus pensamientos, no los esconde, no dice algo y piensa lo contrario, ni te sonríe si le das asco. Es admirable. En ese supuesto, te lo dice de frente y se marcha, digna. Lo sé porque se lo vi hacer el otro día, con uno de esos caballeros venidos a menos que se acercó a nosotras pensándonos desesperadas por ver su muy noble y todavía más vulgar verga.

El trovador se nos acerca rasgueando su laúd. Se sienta sobre la mesa con tal ímpetu que ambas tenemos que sujetar nuestros cuencos de asado para que no salgan volando.

—Dos bellas aldeanas, sentadas en La Toledana, desconocen los secretos... que albergan mis minuetos.

Poco a poco las conversaciones mueren a nuestro alrededor. Es la parte de la estrofa que todo el mundo conoce.

» Escuchen amigos, a su querido Sabino. Pues Isabel la estirada, la gran reina castellana, más católica que el Papa… De viaje su carruaje, a la madrugada, un asalto sufrió a manos, ¡nada menos!, que de honrados bandidos. Ya fugados.

—¡Y queridos! —La taberna entera estalla en carcajadas.

Me resulta tan graciosa que sonrío también, y tarareo los siguientes versos. He acabado por aprenderla, salvo por las improvisaciones que sufre cada nuevo día que la escucho. ¿Acaso puedo negarlo? La disfruto. Y no debería, porque cualquier día Fernando me sorprende cantándola por los pasillos de palacio y, como es él, preguntará seguro dónde la he escuchado.

—Hoy en las tabernas, el dinero de las rentas, se biengasta entre sonrisas ¡en rancios vinos de barrica!

El trovador me sonríe. Jacinta da leves golpes contra la mesa, llevando el ritmo, y con una mirada pícara en mi dirección, continúa la canción:

—En mujeres de una noche y abrazos de fantoche. —Me sorprende todavía su voz de pajarillo feliz, aún después de meterse un buen trozo de estofado en la boca.

El músico rasguea su laúd con brío renovado, sabiendo que sus versos viajan rápidos por el boca a boca de los aldeanos.

—Mientras la Católica reza, cándida, en el banco de su capilla, los bandidos se frotan las manos, llenas de pecados... —se detiene, entregado a su público.

—Y del botín robado —susurro, a pesar de todo con la sonrisa jugueteando en los labios.

Jacinta estalla en carcajadas junto a media taberna. El ruido es ensordecedor, hasta volverse incómodo, cuando comienzan a dar golpes con sus jarras contra las ajadas mesas, madera contra madera retumbando en mi cerebro. Nadie parece notarlo, salvo yo. ¿Podré acostumbrarme a estos malos modales? Ella debe ver la duda en mi rostro, pues traga con prisa y se aclara la boca con eso a lo que el pueblo llama vino. Después se inclina por encima de la mesa, hasta situar su rostro junto al mío.

—Añadid esto a vuestra canción, trovador —susurra, a pocos centímetros de mis labios—, porque la Católica se pierde también mis miradas de amor, mis caricias de candor, mis ojillos de diablilla…, y mis besos de pilla.

No, pienso para mí misma mientras el calor de sus labios rodea los míos. Esos no me los pierdo. Por nada del mundo.

FIN

Este relato está enmarcado en el Reto de escritura de #OrigiReto2018 para el objetivo: 12 Usa un personaje conocido y mételo en un lugar, contexto o situación inverosímil.

Podéis consultar las bases y apuntaros a participar en esta entrada de mi blog o en el de Katty.

Podéis encontrar todos mis relatos para el #OrigiReto2018 en esta otra entrada.

¿Qué os ha parecido el relato? Espero que hayáis pasado un buen rato leyéndolo. ¡Pronto más relatos dentro del #OrigiReto2018! Mientras tanto, es vuestro turno de opinar en los comentarios. ¡Muchas gracias por leer!