#UnAñoDeAutoras 2018 - Reseña: Americanah (Chimamanda Ngozi Adichie)

UN LIBRO NECESARIO.

FICHA TÉCNICA

Título: Americanah.
Autora: Chimamanda Ngozi Adichie. (Traductor: Carlos Milla Soler)
Editorial: Literatura Random House.
ISBN:9-788439-732976.
Año de publicación: 2017 (Original: 2013).
Número de páginas: 611.
Género: Histórica, romántica.
Resumen: A mediados de la década de 1990, en una Nigeria militarizada, dos adolescentes, Ifemelu y Obinze, se enamoran apasionadamente. Como muchos de su generación, saben que tendrán que dejar el país. Obinze sueña con vivir en Estados Unidos, pero es Ifemelu quien consigue vivir en Brooklyn e ir a la universidad. Mientras Obinze lucha para reunirse con Ifemelu, ella se encuentra en una América donde nada es como se imaginaba, comenzando por la importancia del color de su piel. Americanah es una historia de amor a lo largo de tres décadas y tres continentes, la historia de cómo se crea una identidad al margen de los dictados de la sociedad. Fue ganadora del National Book Critics Circle Award en 2014 y seleccionada por los ciudadanos de Nueva Yoyk como el libro ganador de la campaña Obe Book, One New Tork 2017.

OPINIÓN

Americanah llegó a mis manos como un regalo de Navidad en 2017, justo hace un año. La verdad es que había oído hablar de la autora más por sus ensayos cortos sobre feminismo: Cómo educar en el feminismo (que he leído y reseñado en el blog) y Todos deberíamos ser feministas. Pero debo decir que Chimamanda se desenvuelve también perfectamente en el formato novela y ésta en concreto me ha sorprendido muy gratamente. Dado que apenas conocía el libro, iba sin aspiraciones ni ideas preconcebidas, que cada día tengo más claro que es el mejor modo de enfrentarse a un libro.

De hecho, Americanah es la novela que va a llevarse la nota máxima y el puesto número uno en mi top anual de 2018. Creo que esto es decir mucho, sobre todo porque no la considero una novela perfecta en cuanto a construcción de personajes ni cierre o avance de las tramas. Pero tiene puntos fuertes en otros muchos sentidos que suplen con creces estas pequeñas carencias. El mejor y más importante de todos ellos: es un libro que te hace reflexionar. Mucho.

Es justo comenzar esta reseña hablando de Ifemelu, la protagonista. Protagonista, con mayúscula, ya que es un personaje principal tan potente que (diría "sin quererlo", pero estaría mintiendo) eclipsa a todos los demás. Ifemelu es una mujer nacida en Nigeria que cuando comienza la novela vive en EEUU y se gana la vida escribiendo un blog de opinión.

Ifemelu es sin duda una mujer que opina sin barreras sobre todo lo que se le pone delante y no sólo en voz alta, sino también por escrito. Me parece importante señalar aquí que es, como supondréis, también una persona negra. Y ya que nos ponemos a hablar de sus características físicas, diré que también es gorda. Esto me ha parecido muy importante, ya que creo recordar que es la única protagonista negra y gorda que he tenido el placer de leer en toda mi vida. De hecho, tampoco había leído ninguna que cumpliese una de las dos cosas, si recuerdo bien.

Pronunció la palabra "gorda" despacio, paladeándola, y pensó en todas las demás cosas que había aprendido a no decir en voz alta en Estados Unidos. Estaba gorda. No era curvilínea, ni tenía los huesos grandes; estaba gorda: esa era la única palabra que le sabía a verdad.

En cuanto a su carácter se trata de una mujer segura de sí misma, arrolladora, que a veces incluso llega a ser pedante. Como el día que decidió el título de su blog, sin ir más lejos, pues aunque ella misma se refiere a él en voz alta como "un blog sobre estilo de vida", en realidad lo ha titulado (agárrense): Raza o Diversas observaciones acerca de los negros estadounidenses (antes denigrados con otra clase de apelativos) a cargo de una negra no estadounidense. Un título que dice más de ella que cualquier otra cosa que yo pueda añadir en esta reseña.

A nivel narrativo, el libro alterna entre el punto de vista de la Ifemelu adulta de EEUU, la adolescente de Lagos (Nigeria) antes de emigrar y su novio de adolescencia, Obinze, también en ambos puntos temporales. El resto de personajes que aparecen apenas tienen protagonismo, y sirven más para mostrarnos cómo Ifemelu se relaciona con otras personas que para hablarnos de esas personas en sí.

Si el fuerte de Ifemelu es opinar sobre todo y de todas las formas posibles, el de Obizne es dialogar con ella. Tocan muchos temas pero, sobre todo, los relacionadas con el extranjero. Es un hombre que se ha criado, también en Nigeria, idolatrando la literatura extranjera estadounidense y ha basado todas sus expectativas de futuro y sus aspiraciones en una sola cosa: Estados Unidos. Y eso se nota cada vez que habla.

Algo que me ha gustado mucho de este libro son las conversaciones que mantienen los personajes. Si bien es cierto que a la única que llegamos a conocer bien es a Ifemelu, ésta habla con mucha gente en el transcurso de la novela y esas conversaciones me han resultado creíbles, naturales. No eran diálogos forzados, necesarios para explicar cosas sobre la trama, sino momentos no tan trascendentales, muy bien empleados para darle al libro más sensación de realidad y para perfilar las relaciones entre los personajes.

Todavía no sabía muy bien si Emenike se había convertido en una persona que creía que algo era hermoso porque estaba hecho a mano por pobres en algún país extranjero, o si simplemente había aprendido a fingir.

Al hilo de esto, por supuesto, el libro supera el test de Bechdel un montón de veces (lo cual agradece enormemente mi reto de lectura #StibyBuscandoABechdel) dado que Ifemelu habla con otras mujeres (su tía Uju, sus amigas, sus compañeras de piso o de trabajo, su peluquera,…) sobre infinidad de temas: raza, estudios, ropa, peluquería, sexo, depresión, viajes, fiestas y un sinfín de cosas naturales, además de los hombres. En la vida de Ifemelu se van cruzando varias mujeres y todas tienen un nombre y una voz que aunque no sea importante para la trama, aparece y es visible. Parece una tontería señalar esto, como si no fuese algo obvio e inherente a toda novela, pero es que en absoluto lo es. Realmente me he sentido muy a gusto leyendo este libro y la relación entre mujeres que muestra ha sido uno de los principales puntos que me han hecho disfrutarlo, vivirlo, creérmelo. De hecho, estoy convencida de que entre sus páginas, más de una de las vivencias de Ifemelu ha podido ser perfectamente y en realidad, una vivencia de su creadora: Chimamanda Ngozi Adichie.

En Kinasa nadie tenía ataques de pánico. No era siquiera que se lo llamara con otro nombre; sencillamente no se lo llamaba de ninguna manera. ¿Empezaban a existir las cosas solo cuando se les ponía nombre?

A lo largo de la novela se nos muestra tanto la vida en Nigeria —tan diferente y a la vez tan parecida a la nuestra propia— como la sociedad estadounidense, siempre a través de los ojos de Ifemelu. Sus virtudes, sus defectos, sus contradicciones. Se abordan un montón de temas interesantes mediante su vida en ambos países, entre las que destacaría dos: la idea de que África es vista desde fuera como un ente informe que casi podría ser un único país y la negación de la raza en EEUU hasta el ridículo punto de asegurar que un estadounidense no puede ver (empíricamente) ninguna diferencia entre un negro y un blanco, al mismo tiempo que en las revistas de belleza todas las modelos son, ¿lo adivináis?, blancas, por supuesto. Además de estos dos temas, algunos otros sociales importantes que se tocan, aunque menos de lo que me habría gustado, son el feminismo, las enfermedades mentales, la inmigración y la explotación laboral.

Alexa, y los demás invitados, y quizá incluso Georgina, comprendían todos que se huyera de la guerra, de la clase de pobreza que aplastaba el alma humana, pero no entenderían la necesidad de escapar del letargo opresivo de la falta de elección.

En resumen, en este libro no encontraréis grandes plot twist, ni grandes subtramas entretejidas que os hagan explotar la cabeza. Tampoco grandes personajes ni, en realidad, grandes revelaciones. Y sin embargo, yo siento que he encontrado un libro que recomendar. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que es diferente. Y también necesario.

Antes de irme, me gustaría agradecer desde aquí a mi tío por este maravilloso regalo que me hizo las Navidades pasadas, cuando se enteró de que estaba interesada en leer a más autoras. Y a todos los que alguna vez regaléis libros, un pequeño consejo antes de despedirme: si vais a regalar un libro, regalad uno que hayáis leído, y que os haya gustado. Me parece un gesto mil veces más bonito que el hecho de ir a un estante y coger uno cualquiera. Cosa que, aunque os parezca mentira, sucede a menudo.

Para despedirme, os dejo mi párrafo favorito del libro. Es mi favorito porque habla de raza de una forma tan exacta que habla también y a la vez de feminismo, y probablemente, de otras muchas opresiones que no conozco. Es un poco largo, así que si lo deseáis, podéis saltarlo.

—La única razón por la que dices que la raza no fue causa de conflictos es porque desearías que no lo hubiera sido. Es lo que deseamos todos. Pero es mentira. Yo vengo de un país donde la raza no era motivo de conflicto; no pensaba en mí como negra, y me convertí en negra precisamente cuando llegué a Estados Unidos. Cuando eres negro en Estados Unidos y te enamoras de una persona blanca, la raza no importa mientras estáis los dos juntos y a solas, porque estáis únicamente vosotros y vuestro amor. Pero en cuanto salís a la calle, la raza sí importa. Pero no hablamos de ello. No comentamos siquiera a nuestras parejas blancas los pequeños detalles que nos sacan de quicio, ni las cosas que nos gustaría que entendieran mejor, porque nos preocupa que digan que exageramos, o que somos demasiado susceptibles. Y no queremos que digan: Fíjate en lo lejos que hemos llegado, hace solo cuarenta años, habría sido ilegal el mero hecho de que tú y yo fuéramos pareja, bla, bla, bla, porque, ¿sabes qué pensamos cuando dicen eso? Pensamos, por qué coño ha tenido que ser ilegal alguna vez. Pero no decimos nada. Dejamos que se amontone dentro de nuestra cabeza, y cuando vamos a agradables cenas con personas progresistas como esta, decimos que la raza no importa porque eso es lo que debemos decir, para no incomodar a nuestros agradables amigos progresistas. Es la verdad. Hablo por experiencia.

¿Habéis leído este libro? ¿Qué os ha parecido? ¡Me interesa vuestra opinión!