Relato: #OrigiReto2019 - No dirá que no. (Julio)

Nota previa: Este relato es un fanfic de la serie de HBO Gentleman Jack y contiene spoilers de la misma ya que comienza donde acaba la primera temporada. Si conoces la historia de Anne Lister no tiene ningún spoiler más allá de algún hecho importante de su vida, si no, pues ve a leer algo sobre ella o a ver la serie, porque es tremendamente interesante. Yo conocía todo lo que pueda llegar a spoilear este relato antes de ver la serie y no me arruinó nada la experiencia audiovisual, pero lee bajo tu propia responsabilidad. *Al final del relato enlazaré unos hilos de twitter muy interesantes.*





Al salir de la Iglesia de Yorck nos recibe una calle llena de bullicio, niños jugando y mujeres de domingo. Andamos en silencio hacia la salida de la plaza, pues en una de las calles colindantes he mandado que nos espere el cochero. Sonrío ante la queja de Ann cuando miro el reloj; tiene razón, pero es más un impulso que otra cosa, no puedo evitarlo, tal vez soy adicta.

Una vez en el carruaje nos sentamos una al lado de la otra, en lugar de en frente, deseando viajar golpeando suavemente cadera con cadera al compás del traqueteo que nos lleve de vuelta a nuestro hogar. La miro. Está hermosa. Siempre ha sido hermosa, sus rizos dorados, la piel de princesa, esa mirada perdida que se encuentra cuando estamos juntas, como toda ella. Pero hoy… hoy es perfecta. Hoy es mía; también a los ojos de Dios.

«No diré que no», me había prometido. Y ha cumplido su promesa.

Una sensación reconfortante recorre todo mi cuerpo y me quito los guantes dejando al descubierto el fino anillo de oro que acaba de regalarme. Miro como ella hace lo mismo y observo las perlas diminutas del suyo, a juego con su vestido de novia, de un beige plateado que resalta su mirada. Me quito el sombrero y ella entrelaza nuestras manos. Las miro asombrada durante unos segundos y luego me inclino para besarla.

—¿Entonces una de nosotras debería cambiar de apellido, Anne? —me pregunta, de repente, en un susurro contra mis labios.

Sonrío y atrapo el beso que hasta ahora dilatábamos. Es cálido y conocido, como un descanso en un lugar querido, lleno de paz, promesas y futuro.

—No creo que sea necesario —aseguro, con una sonrisa—. Ninguna de las dos es un hombre, señora Walker.

Ann me mira y sonríe un poco. Después veo cómo se sonroja. «Señora».

—Nunca he dormido en Shibden Hall —comenta, recordando ausente la llave de mi casa que le he proporcionado. De nuestra casa, a partir de ahora—. ¡Va a ser emocionante!

Sonrío. Sí, lo va a ser. Muy emocionante; hasta que la muerte nos separe.

Llegamos a casa sin contratiempos y descendemos del carruaje ante los ojos inundados de lágrimas de la tía Lister y la sonrisa ladeada de Marian. Las miro y asiento despacio; «sí, estamos casadas». Eso significan las miradas. Y también «gracias por apoyarme» y «soy más feliz que nunca». Además, también significan «Ann, querida, te presento a tu nueva familia; esta no intentará robarte, te lo prometo». Nada de eso se dice en voz alta, claro, pero en realidad no hace falta. Todas aquí hemos aprendido a hablar con los ojos cuando no es menester decir las cosas en voz alta.

—Eso han sido más abrazos y lágrimas de los que puedo soportar en un año —bromeo, cuando ya estamos instaladas en la habitación principal. Ann me mira y sonríe.

—No seas tonta —me regaña, con un cariñoso toque en el hombro—. Se preocupan por ti. Te quieren.

Lo sé. Aún puedo sentir la humedad en las mejillas de mi querida hermana Marian cuando me ha susurrado al oído «soy tan feliz por ti, Anne», en medio de su abrazo de bienvenida. Aunque tal vez sólo fueran restos de las de nuestra tía. Sea como fuere, son felices al verme feliz, y eso es lo único que hoy importa. Eso y la pareja de recién casadas, claro.

—Yo te quiero a ti —le aseguro a mi ahora esposa, que me sonríe ampliamente, iluminando de luz todo mi cuarto, antes tan oscuro—. Gracias —añado, de corazón—. Por decir que sí.

—No sabría vivir sin ti, Fred —susurra, acercándose, usando ese nombre que sabe que me derrite y que sólo emplea en la intimidad. Nuestra promesa, nuestro pequeño secreto. Una invitación para el sexo.

Me rodea con un brazo para recoger mi cintura y tirar de mi hasta que podríamos ser una. Tal vez por eso es tan difícil saber cual de las dos ha comenzado ese beso que ahora nos atrapa y marea conduciéndonos a la locura.

Retrocedo hacia la cama y Ann me sigue sin dejar de besarme. Caigo sentada sobre el colchón con un ruido suave y me acompaña un gemido que no podría jurar de qué labios ha salido.

Cuando se sienta a horcajadas sobre mí podría jurar que pierdo el norte. El aliento y el equilibro se escapan de mi cuerpo y caigo hacia atrás con un gemido. Ella alza mis faldas hasta encontrar mis medias, la última capa que cubre mi cuerpo. El toque de sus dedos es frío y me eriza todo el vello de las piernas.

Sin saber bien como, desaparecen las capas de ropa, jadeando entre lazos de corsé y olvidando en el suelo tantas prendas de ropa que ahora nos sobran.

Pierdo la conciencia de lo que me rodea entre jadeos, calor, besos en su cuello y susurros de promesas en su oído. Ella gime cuando muerdo suavemente su pálida piel. Le suelto el pelo y lo admiro cuando cae en doradas hebras de luminosa felicidad sobre sus hombros. Así me siento: como un río de oro, temblando y escurriéndome hacia su abismo, de los pies a la cabeza.

—Te amo —susurro mientras invierto posiciones. Ella, atrapadas sus caderas bajo mis piernas, me acaricia un pecho por encima la última capa de mi ropa. Ahora somos iguales. Bajo los caros vestidos, ambas íbamos de blanco.

Abro sus piernas y ella sonríe mientras echa la cabeza hacia atrás. Levanto el faldón de sus enaguas y me deshago de sus bragas. Después me arrodillo ante la cama y entierro mi cabeza entre sus piernas, y podría jurar que ella ha gritado «Fred, Dios mío, Fred, ¿qué haces?» pero no me importa, porque cuando me llama así pierdo el norte, y ahora es mi mujer y ya nada nos falta, salvo celebrarlo como es debido. Como pretendo. Busco la humedad entre mis propias piernas y la acaricio. Con un dedo, después con dos. Casadas. Dios mío, estamos casadas.

El sabor de Ann es lo mejor que he probado nunca. En mis cuarenta y tres años de vida jamás había sentido tanta paz, seguridad, felicidad, calor. Mucho calor. Siento que Ann está caliente y húmeda, perdida y encontrada, deshecha y recompuesta, viva. También yo me siento así cuando me pierdo entre los pliegues de su sexo y juro que nunca volveré a encontrarme. Si no es con ella.

FIN

El relato que acabáis de leer está enmarcado en el Reto de escritura de #OrigiReto2019, tiene 1082 palabras y cumple los siguientes puntos del reto:

• Objetivo: 13. Escribe un relato erótico. (Sé que ha sido un relato erótico light, pero espero que cuente, arroba MUSAJUE)
• Objetos: 30. Una llave. / 26. Un vestido de novia.
• Para medallas: Feminista (2/2 para Bechdel) porque una mujer es protagonista del relato y este cumple Bechdel / Interesante (3/3) por ser [L]GBT ¡y completo medalla!

Podéis consultar las bases y apuntaros a participar en esta entrada de mi blog o en el de Katty.

Podéis encontrar todos mis relatos y pegatinas para el #OrigiReto2019 en esta otra entrada.

Podéis encontrar todos los relatos de todos los participantes en el #OrigiReto2019 en esta otra entrada.

Antes de despedirme, recomiendo encarecidamente leer los hilos de Cristina Domenech sobre estas dos Señoras que se empotraban hace mucho. Aquí los dejo.

Pack de iniciación Acabo De Enterarme De Que Anne Lister Existe Y Necesito Consumir Información, en formato hilo para su comodidad y disfrute:

— Cristina Domenech (@firecrackerx) March 12, 2018

Bueno, amijos, como lo prometido es deuda, pues hoy os voy a poner la segunda parte del hilo de Anne Lister, que es la parte de las amantes, los dramas, las bodas y el alpinismo aleatorio. Hilo:

— Cristina Domenech (@firecrackerx) March 15, 2018

Bueno, amijos, como lo prometido es deuda, pues hoy os voy a contar la historia de la señora que cada vez que empotraba a otra dejaba escrito en un diario cuántos orgasmos había tenido cada una. Hilo:

— Cristina Domenech (@firecrackerx) March 12, 2018

¿Qué os ha parecido el relato? Espero que hayáis pasado un buen rato leyéndolo. ¡Pronto más relatos dentro del #OrigiReto2019! Mientras tanto, es vuestro turno de opinar en los comentarios. ¡Muchas gracias por leer!