Hace meses me planteé que los libros de Svetlana Alexiévich estaban acabando con mi cordura (y con mis lágrimas) y que tal vez debía apartarlos de mí por un tiempo, puesto que estoy en un ánimo menos guerrero últimamente y me apetece menos leer cosas tan fuertes. Pero como no quería dejar por ello de lado la maravillosa iniciativa de #AdoptaUnaAutora, me planteé la pregunta lógica en este caso: ¿a quién adopto?
El primer requisito que llegó a mi mente fue: a una autora española y más cercana, porque llevo meses sintiendo envidia por esas personas que tienen adoptada a alguien a quien pueden escribirle e-mails, pedirle entrevistas, sentirse verdaderamente en una especie de unión con ella.
El primer requisito que llegó a mi mente fue: a una autora española y más cercana, porque llevo meses sintiendo envidia por esas personas que tienen adoptada a alguien a quien pueden escribirle e-mails, pedirle entrevistas, sentirse verdaderamente en una especie de unión con ella.