«Gracias por intentarlo. Espero que funcione.»
Ignoro a la voz y apago el motor. No sé por qué he venido, la verdad. ¿Es la decisión adecuada? ¿Tal vez debería más bien estar buscando ayuda de algún tipo? Temo haberme vuelto loca.
«No estás loca».
—Cállate —ordeno, cerrando la puerta del coche con más fuerza de la que debiera. Por suerte no hay nadie a mi alrededor que pueda escandalizarse por la perturbación de la paz de los muertos. Si es que tal cosa existe; pues empiezo a dudarlo.