—Andy, eh, oye, ¿estás bien?
Menuda pregunta, se regañó mentalmente. No. Obviamente no estaba bien. Pero, jolín, ¿qué se hacía cuando tu mejor amigo estaba tan pálido? Estaba un poco asustada.
—¿Quieres que llame a mamá?
—¡No! ¡No! Hannah, escúchame. No te lo puedo contar aquí —Miró alrededor como si la habitación fuese un plató de televisión y mil cámaras les observasen. Incluso bajó la voz para susurrar—: Podrían oírnos. Y ni siquiera sé lo que pasaría.
—¿Quién nos va a oír? —preguntó ella, extrañada. Estaban completamente solos—. ¿Sid te ha pegado? —aventuró, como sacando pensamientos aleatorios de una bobina de hilo enredada que se desmadejaba poco a poco en su cabeza.
Menuda pregunta, se regañó mentalmente. No. Obviamente no estaba bien. Pero, jolín, ¿qué se hacía cuando tu mejor amigo estaba tan pálido? Estaba un poco asustada.
—¿Quieres que llame a mamá?
—¡No! ¡No! Hannah, escúchame. No te lo puedo contar aquí —Miró alrededor como si la habitación fuese un plató de televisión y mil cámaras les observasen. Incluso bajó la voz para susurrar—: Podrían oírnos. Y ni siquiera sé lo que pasaría.
—¿Quién nos va a oír? —preguntó ella, extrañada. Estaban completamente solos—. ¿Sid te ha pegado? —aventuró, como sacando pensamientos aleatorios de una bobina de hilo enredada que se desmadejaba poco a poco en su cabeza.