Hoy vengo a contar un cuento, que empieza como todos los cuentos: «Érase una vez que se era….» ¡un pueblo lleno de cuchicheos! Poco glamur, ¿verdad? Es lo que tienen los cuentos a veces, que empiezan con mucha rimbombancia y acaban por decepcionarnos. Pero esto es así. Cuchicheos.
Cuchicheos sobre mi fortuna, mi vida, mi soledad o mi locura, tanto más da. Cuando no salgo de la Hacienda, que si me habré vuelto loca. Cuando no voy al mercado, que si no me alimento como la gente normal...
¡Ay!, ¡sí!, espera, el cuchicheo más interesante es que, agárrate, ¡soy un fantasma! ¿Es para reírse, o no es para reírse? Bueno, no sería para reírse si fuese verdad, claro. Estar muerta no es cosa de chistes, lo sé mejor de lo que piensas, pero tú me entiendes.