Reseña: El cuento de la criada (Margaret Atwood) - #LCAtwood

UNO DE ESOS LIBROS QUE TE HARÁ REFLEXIONAR

FICHA TÉCNICA

Título: El cuento de la criada.
Autora: Margaret Atwood. (Traductora: Elsa Mateo Blanco)
Editorial: Salamandra.
ISBN: 978-84-9838-801-5.
Año de publicación: 2017 (publicación original: 1985).
Número de páginas: 416.
Género: Ciencia-ficción/Distopía.
Resumen: Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.

En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.

Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa..

OPINIÓN

Compré y empecé a leer este libro gracias a la lectura conjunta que organizaron desde @AdoptaUnaAutora y ahora mismo me planteo como curiosidad si eligieron el mes de Mayo deliberadamente, ya que éste tiene un pequeño simbolismo en la obra. Antes de entrar en materia me gustaría deciros que, después de haber leído el resumen (tras leer el libro, como siempre hago) os aconsejo que no os fiéis mucho de él, porque no tiene mucho que ver con lo que cuenta la obra. Al menos, con las formas. Ahora sí, empecemos la reseña. Dejando de lado mis reflexiones, intentaré poner en palabras lo que me ha parecido este libro.

Por un lado, tenemos la sociedad que recrea, un gran punto a su favor en el sentido de que no da demasiadas explicaciones seguidas y —no os fiéis del resumen— no se centra de forma exagerada en ningún régimen existente en la actualidad para reconstruir su mundo (aunque sí se basa en cierto modo en la religión). Por otro, tenemos el modo en que lo hace, a través de los pensamientos de una única persona, es decir, de forma sesgada, e introduciendo pinceladas que explican a cuentagotas lo necesario para comprender cómo se llegó a esa situación. El estilo de la autora es a veces hasta poético, empleando símiles continuamente, llevando al lector de un pensamiento a otro de la mano pero dejando que sea él mismo el que recree y dé forma a las palabras, que las convierta en imágenes en su mente, lo cual es posible gracias al detalle que a veces encontramos en las descripciones sobre todo cuando habla de la barbarie o los horrores que precedieron y que perduran en la sociedad que recrea. Me ha gustado mucho la forma de escribir de la autora y creo que leeré más libros suyos.

Nada cambia en un instante: en una bañera en la que el agua se calienta poco a poco, uno podría morir hervido sin tiempo de darse cuenta siquiera. Por supuesto, en los periódicos aparecían noticias: cadáveres en las zanjas o en el bosque, mujeres asesinadas a palos o mutiladas, mancilladas, solían decir; pero eran noticias sobre otras mujeres, y los hombres que hacían esas cosas eran otros hombres. Nosotras no conocíamos a ninguno de ellos. Las noticias de los periódicos nos parecían sueños o pesadillas soñadas por otros. Qué horrible, decíamos, y lo era, pero sin ser verosímil. Sonaban excesivamente melodramáticas, tenían una dimensión que no era la de nuestras vidas.
Éramos las personas que no salían en los periódicos. Vivíamos en los espacios en blanco, en los márgenes de cada número. Esto nos daba más libertad.
Vivíamos entre las líneas de las noticias.

Aunque todo parta de premisas hipotéticas, a lo largo de sus páginas vamos viendo un mundo que —aquí está la parte que da miedo en todas las distopías— parece que pudiera llegar a ser real. Una sociedad de apariencia matriarcal (recalco apariencia puesto que no lo es en realidad), en la que en pro de la seguridad y el control las mujeres son clasificadas según sus funciones: Esposas o mujeres de los Comandantes, Marthas o limpiadoras y cocineras, y Criadas o procreadoras. Sí, habéis leído bien: vientres con patas. Cualquiera diría que este libro podría haberse escrito actualmente, ya que el debate sobre los vientres de alquiler está tan presente.

Nuestra protagonista, Defred, que narra la historia en primera persona y en presente, es una de estas mujeres cuya función ha quedado reducida a ser el vientre donde debería crecer el hijo de un Comandante y su Esposa, que una vez alumbrado, no será absolutamente nada suyo.

La salud es un bien inapreciable. La atesoro como se atesoraba antes el dinero. La guardo, porque así tendré suficiente cuando llegue el momento.

En esta novela podemos ver la definición más absoluta de una mujer anulada, en la figura de las Criadas. Éstas son despojadas de todo su dinero y posesiones, robándoles así la independencia o autonomía, de sus propios nombres, rebautizadas con uno nuevo compuesto por la palabra “de” y el nombre del Comandante al que sirven. Se les prohíbe leer, escribir, poseer nada o incluso ducharse solas, y son de este modo arrancadas de raíz de toda su vida anterior, aisladas de amigos y familia de forma tajante. Defred (y podemos suponer que todas las demás Criadas) ha quedado así reducida a una sombra andante, un ser sin pasado ni futuro que se limita a deambular sin rumbo fijo por el mundo, sin querer recordar de dónde viene, sin querer saber a dónde va. En cada página sentimos su ahogo, su angustia, el sentimiento de inutilidad es tan grande que agobia incluso al lector; ¿y sabéis por qué? Porque esto, tristemente, no es ficción, esto es lo que ocurre en la vida real cuando la sociedad no para de decirle a una persona que no puede hacer algo, que no sirve tal y como es, que no encaja en el papel que debería, que no, no, no... por favor, dejemos de hacer esto. Basta de decirle a la gente lo que no puede hacer, ser, amar, querer, perseguir. Basta.

Lo que temen no es que escapemos —al fin y al cabo no llegaríamos muy lejos— sino esas otras salidas, las que una puede abrir en su cuerpo si dispone de un objeto afilado.

Volviendo al libro que nos ocupa, en El cuento de la criada vemos como os decía una sociedad distópica basada en estos principios, que nos muestra cómo son las propias mujeres, llamadas Tías, las que educan a estas Criadas para ocupar el puesto que les corresponde en la sociedad. Lo disponen todo, lo controlan todo. Así, se nos muestra una especie de falso matriarcado, en el que las mujeres parecen tener el poder y estructurar toda la sociedad a su antojo. Y digo falso, porque en realidad, por detrás de toda esta red de mujeres queda el responsable último, el portador de todo el poder de acción y decisión, encarnado en la figura del Comandante. Un hombre, decidiendo sobre la vida de todas las mujeres que tiene a su cargo, controlando la política y el dinero, y el poder de la mano de todo esto. Así que en realidad, en este libro encontramos un brutal patriarcado disfrazado de matriarcado, en el que las mujeres han quedado reducidas a, en última instancia y cada una a su manera, servir a los hombres.

En medio de esta sociedad, Margaret Atwood se las arregla para plantear temas que aún hoy en día son controvertidos (así que imaginad cómo lo serían en 1985, primera edición de este libro) como los ahora llamados vientres de alquiler, la libertad sexual, la independencia económica de las mujeres, o incluso el suicidio. Puede parecer un poco denso, leído así, pero creo que está bastante bien llevado y no parece forzado en ningún momento.

Tras decir todo esto, lo cual considero puntos a favor del libro, tengo que confesar que esperaba más de esta lectura. Me ha sabido a poco y he sentido que en varios momentos se limitaba a volver sobre lo mismo sin aportar nada nuevo. El asunto de mezclar las religiones con todo lo demás no me ha gustado, pues aunque no se centre en ninguna, deja un regusto simplista, como si pensásemos que con evitar las religiones se acabasen todos nuestros problemas. A nivel de personajes, creo que no llegamos a profundizar en ninguno, salvo en la propia narradora (y en una de las Tías), y esto deja todas las relaciones un poco en el aire, son confusas, como si no llegásemos a comprenderlas del todo. ¿Quién se mueve por interés? ¿Quién es verdaderamente fiel al régimen? Para mi gusto ha resultado poco profundo en este sentido. También he sentido que faltaba más planteamiento desde el punto de vista de los que manejaban los hilos (Tías y Comandantes), ¿qué pensaban?¿estaban conformes? ¿Se daban cuenta de las injusticias que se estaban cometiendo?

Ha habido gran polémica en las redes sociales con esta Lectura Conjunta y también con la serie de televisión que acaban de entrenar. Existen por lo que he podido ver dos frentes abiertos entre los que criticaban el matriarcado que se presenta en el libro y los que criticaban el patriarcado del mismo. Ha sido curioso ver el debate y después de leerlo y formarme mi propia opinión, creo que debo concluir que ninguna de las opiniones que leí se corresponde con lo que yo he pensado sobre este libro.

No creo que El cuento de la criada pretenda reflejar única y exclusivamente (que también) los peligros de una sociedad patriarcal (y por descontado tampoco matriarcal) sino que es para mí también una crítica más genérica al extremismo, al control sin límites, a las sociedades con roles y clases muy diferenciados, a la codicia del ser humano y su ímpetu por manipularlo todo y a todos. Una crítica al deseo de algunos de anular el poder de decisión de los demás, de hacerse grandes a base de hacer pequeños a otros. Una crítica, como digo, y al mismo tiempo, como toda distopía que se precie, una advertencia.

Por favor, hagámosle caso.

Lo normal, decía Tía Lydia, aquello a lo que te acostumbras. Tal vez ahora no os parezca normal, pero al cabo de un tiempo os acostumbraréis. Y se convertirá en algo normal.

Me debato entre las 3 y las 4 estrellas y creo que las altas expectativas que tenía con este libro me han pasado factura negativamente.

SOBRE LA AUTORA

Os aconsejo leer la biografía de Margaret Atwood en esta entrada que escribió @Eibi82 para #AdoptaUnaAutora. Yo me voy a limitar a copiaros aquí una frase del prólogo que la propia Margaret Atwood ha escrito para esta reedición de su obra que hasta el mes pasado estaba descatalogada en España. Una frase que me fascinó por su doble rasero, y de la cual hoy en día todavía no sé qué pensar, ya que yo sí que pienso que este libro es feminista porque denuncia y advierte sobre la opresión y maltrato sistemático a las mujeres:

La primera [pregunta que me hacen a menudo]: ¿El cuento de la criada es una novela feminista? Si eso quiere decir un tratado ideológico en el que todas las mujeres son ángeles y/o están victimizadas en tal medida que han perdido la capacidad de elegir moralmente, no. Si quiere decir una novela en la que las mujeres son seres humanos –con toda la variedad de personalidades y comportamientos que eso implica– y además son interesantes e importantes y lo que les ocurre es crucial para el asunto, la estructura, y la trama del libro... entonces sí. En ese sentido, muchos libros son "feministas".

¿Habéis leído este libro? ¿Qué os ha parecido? ¡Me interesa vuestra opinión!