Relato: #OrigiReto2018 - Un viaje sin retorno (Febrero 1)

Es curioso cómo se camuflan los momentos más importantes de la existencia entre el resto de instantes, como si no tuviesen trascendencia alguna, como si estuviesen de paso. Se quedan ahí, depositados como semillas sin fruto y después de un tiempo indefinido, cuando ya apenas se recuerda exactamente el devenir real de los hechos, ¡pum! afloran al recuerdo, como una cruz en el calendario, como un vistazo al pasado que hace sonreír. Y sólo entonces esos momentos de importancia empiezan a recibir la atención que merecen. Festividades tardías, reconocimiento que ya de poco sirve a quienes estábamos allí entonces. A quienes lo hicimos posible.

Todo esto tiene que ver con que a veces no sabemos lo que hacemos, o quiénes somos, o qué estamos viviendo exactamente, hasta que no llegamos a un punto irreparable en el que ya nada podemos cambiar. Supongo que le ocurre a todo el mundo, tarde o temprano. A mí, desde luego, me sucedió.

Puede que para el resto no significase demasiado, nada trascendental, sólo unos pocos giros de agujas sobre la esfera de un reloj. Pero para mí se trata del relato de mi corta e intensa existencia a la deriva.



La mía empieza como todas las vidas. Sin tener ni idea de quién soy, dónde estoy, o qué diablos he llegado a hacer al mundo. Oscuridad y presión, y en medio yo. ¿Dónde voy? ¿Dónde quiero ir? ¿Deseo moverme, acaso?

Y como yo, cientos de seres. Miles. Millares. A la deriva, hacia ninguna parte, y hacia todas al mismo tiempo.

Ni siquiera soy consciente de haber tomado una decisión y ya me arrastro junto a la multitud hacia el exterior. Nos mueve más la inercia que la valentía o la conciencia, como si se tratase de un impulso, y siento que era inevitable, que tenía que llegar el momento de abandonar la seguridad del lugar que nos vio nacer. A partir de ahora todo nuestro viaje será una aventura.

Hay un mundo entero, nuevo y desconocido, que nos rodea y aturulla sin que podamos llegar a amoldarnos a él antes de que cambie por completo volviéndose de nuevo irreconocible.

La oscuridad es total y, a falta de cualquier organización, nos zarandeamos sin rumbo, chocando por doquier contra las paredes del conducto por el que nos desplazamos. Al menos son blandas. Y están calientes. La corriente nos arrastra por un lugar demasiado estrecho, que hace que nos apelotonemos. El suave balanceo me atonta. Dejo de luchar contra la corriente. Me uno a ella. Me abandono… Tal vez es lo mejor, tal vez no soy quién para desear entender las cosas. Tal vez debo dejar que el río siga su curso. Arrastrándome con él hacia mi destino.

¡Pero no! ¡No puedo adormilarme! ¡Hay que responder a las preguntas! ¿Dónde estamos? Eso está claro, estamos en el interior de un cilindro. Formamos una procesión en apariencia interminable que lo llena como un torrente salvaje.

¿Quiénes somos?, me pregunto. Entes repetidos cual clónicas figuras amorfas duplicadas hasta la extenuación para no padecer el abandono de la soledad; ¿existimos de verdad, acaso? No puedo saberlo; tal vez nadie pueda.

Finalmente me decanto por una pregunta más sencilla: ¿hacia dónde vamos? Eso lo sé: hacia delante. Está claro. ¿De dónde venimos? También es obvio que desde atrás; del inicio del torrente. Incluso puedo asumir que era el lugar en el que siempre habíamos estado. ¿Con qué propósito hacemos este repentino viaje? No tengo ni la menor idea. Pero hay uno. Sé que hay uno. Formamos parte de algo más grande, ajeno y con voluntad propia, que nos manipula a su antojo para lograr sus objetivos. Extrañamente, saber esto no me molesta.

Muevo el apéndice motriz que me permite avanzar y adelantar poco a poco a mis acompañantes, acercándome a un objetivo que de momento solo intuyo pero que sé que está ahí. Tiene que estarlo. Aún no sé de dónde viene este conocimiento, pero poco me importa. Sé que en algún momento todo cobrará sentido.

Pronto estoy a la cabeza de la marabunta. No se escuchan ruidos bajo el líquido que nos transporta, pero al fondo distingo algo. Un globo enorme y brillante, que me atrae como si fuese un imán.

Siento que debo ir hasta allí para cumplir mi misión en la vida, y justo entonces el tubo, el líquido y las paredes con rebote cobran sentido: unos espasmos del espacio que me sostiene me dan impulso, ayudándome a avanzar hacia delante. Más rápido. Más rápido.

La forma esférica hacia la que me dirijo se hace cada vez más grande. Más y más grande. Tanto que ni siquiera puedo decir cuántas veces abarca mi tamaño. ¿Cien veces? ¡¿Mil?! De repente tengo miedo. Temo mi propia destrucción.

Quiero frenar, pero es demasiado tarde y no puedo evitar que la inercia me catapulte contra mi fatal destino. Choco contra la inmensa mole mientras me estremezco en anticipación del miedo, o de algo más. Antes de comprender lo que ha pasado la pared con la que me he estampado reacciona. No es una pared. ¡Tiene vida! ¡Se está abriendo para mí! ¿Qué digo? ¡Se está apoderando de mí!

La curiosidad y el miedo me agitan y transforman con una virulencia tan repentina que olvido partes de mí por el camino. De repente estoy dentro de esa esfera y todo a mi alrededor es vacío. Nada. No puedo moverme: no hay líquido, y —sólo entonces me doy cuenta— he perdido mi extremidad propulsora. Se ha quedado al otro lado de la membrana. ¡Cercenada para siempre!

A los pocos segundos, sin tiempo para poder sobreponerme, comienzo a perderme yo al completo, fusionándome con lo que ahora comprendo que no era una pared, ni una membrana, ni una esfera, ni un globo enorme, sino algo como yo. Algo con lo que, sin planearlo, he compartido destino.

Como si el simple conocimiento de nuestra propia existencia la modificase, en ese preciso momento nos transformamos. Ya no somos lo que al empezar el viaje. Ahora somos la primera célula.

FIN

Este relato está enmarcado en el Reto de escritura de #OrigiReto2018 para el objetivo: 24 - Escribe un relato en el que ningún personaje tenga género ni sexo. (Os dejo juzgar si cumple dicho objetivo, o si al menos se entiende algo)

Podéis consultar las bases y apuntaros a participar en esta entrada de mi blog o en el de Katty.

Podéis encontrar todos mis relatos para el #OrigiReto2018 en esta otra entrada.

¿Qué os ha parecido el relato? Espero que hayáis pasado un buen rato leyéndolo. ¡Pronto más relatos dentro del #OrigiReto2018! Mientras tanto, es vuestro turno de opinar en los comentarios. ¡Muchas gracias por leer!